sábado, 24 de abril de 2010

El nacimiento del arte audiovisual

El arte audiovisual comenzó a crearse con las imágenes en movimiento. El teatro comenzó a desarrollarse y la fotografía fue avanzando.

El cine nació en Paris en el año 1895, y en el número 14 de los Capuchinos de la capital francesa hay una placa conmemorativa en la que se puede leer: “aquí, el 28 de Diciembre de 1895, se dieron las primeras proyecciones públicas de la fotografía animada, con la ayuda del cinematógrafo, aparato inventado por los hermanos Lumiere”

Su antecedente más lejano fue la linterna mágica, un aparato que permitía la proyección de imágenes fijas, a las que luego, después de varios trucos, se les daba apariencia de movimiento. Un paso decisivo fue el proporcionado por el físico belga Joseph Plateau y el manifiesto del principio de la “persistencia de las impresiones retinianas” por el cual se establecía que la duración de esta persistencia era de una décima de segundo, lo que, trasladado a la percepción visual de imágenes en movimiento por el hombre, hacia concluir que eran necesarias diez imágenes por segundo para que el hombre pudiera ver algo en movimiento. Si se lograba obtener fotografías de algo en movimiento a este ritmo y luego una máquina que las proyectara en una pantalla, el cine sería un hecho.

Pero como la fotografía, el cine no era una simple técnica. Aunque las primeras proyecciones de los Lumiere causaron verdadera sensación entre el público, que se sentía fascinado ante ellas sin que hubiera que reclamar publicitariamente su atención, pasó un tiempo hasta que se comprendieran totalmente las formidables posibilidades del revolucionario invento. Los Lumiere creían que se trataba de un útil instrumento auxiliar para la antropología social, al que se le podía extraer un circunstancial beneficio económico por la aleatoria curiosidad que suscitaba a la gente, pero que el asunto no pasaría de ahí.

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