Hoy en día, en el siglo XXI, las religiones siguen siendo una fuerza muy influyente en la sociedad y sus gentes, pero hay una nueva religión capaz de movilizar a una cantidad de masas hasta ahora desconocida, y esa es el audiovisual, y su fuente de difusión más común, la televisión. A través de este medio se puede dar a conocer cualquier cosa, que ésta será tomada por verdadera debido al poder de atracción que posee el audiovisual, el espectador se siente tan identificado con lo que está viendo, que no puede por menos que darlo por verdadero, y es en ese factor en el que radica la facilidad para manipular a las masas, pues ¿qué pasaría si se anunciara en la televisión que el fin del mundo es dentro de dos días? Aunque la noticia fuera falsa, la reacción que posiblemente sucedería sería caótica, cundiría el pánico.
Es de este modo por el que se difunden las modas, las conductas de comportamiento y básicamente la definición de nuestra sociedad actual, la cual puede cambiar a antojo de la televisión y sus productores.
El arte se ha aprovechado muchísimas veces de esta cualidad que posee el audiovisual, para usarlo en su representación de críticas y hacer evidente su postura reivindicadora de la verdad.
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