A lo largo de la historia, el ser humano ha necesitado de cosas que poseían sus congéneres, y para lograr un cambio equivalente, comenzó la práctica del trueque, que más adelante evolucionaría en el comercio que conocemos actualmente.
Ahora, en el s.XXI, en ese comercio se puede adquirir y vender cualquier cosa, entre ellas el arte mismo. Una de las aspiraciones de cualquier artista es poder vivir de su obra y para ello tiene dos opciones, o se adapta a las corrientes del momento y produce una obra acorde a los movimientos actuales para que pueda ser aceptada fácilmente por el público; o realmente sigue siendo fiel a su espíritu y creación personal. Sin embargo, esto no quiere decir que en la primera opción no se encuentren artistas que realmente están creando una obra acorde a sus motivaciones y no a las tendencias del comercio.
Es por esto que el arte se ha convertido en mercancía, pues se genera para su venta final, y el artista sería su fabricante y distribuidor. Pero por otro lado, es precisamente esta mercantilización del arte la que facilita su acceso al público, de ese modo, las obras con carácter social, se convierten al ser expuestas, en un arte de valor cultural. Obviamente, esto sucede porque el arte que no se expone, es un arte desconocido y, por tanto, no se puede clasificar ni aporta nada a la sociedad o la cultura.
El arte, al obtener esta clasificación de valor cultural, obtiene también el “privilegio” u “obligación” de ser una herramienta de cambio social. El arte tiene el poder de mover masas y de hacer cambiar creencias. Los constructivistas, por ejemplo, usaban las herramientas del arte para usarlas en plasmar sus convicciones políticas, y durante siglos, el mejor ejemplo de todo esto ha sido la Iglesia católica, usando el arte como herramienta para atraer fieles a su creencia.
Hoy en día, con ese poder que tiene el arte, tiene también la responsabilidad de abrir los ojos al mundo de lo que sucede actualmente en él, de criticar acciones públicas altamente cuestionables y de concienciación social.
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